La alimentación en los niños menores de 6 años persigue varios objetivos: entre ellos, aportar energía y nutrientes que aseguren una óptima expresión del potencial genético de crecimiento y desarrollo, el normal desarrollo de la conducta alimentaria así como la prevención de algunas enfermedades asociadas a la alimentación tal como la obesidad.
Los hábitos se adoptan de manera directa como parte de prácticas socioculturales, en los que intervienen principalmente la familia y las personas que rodean a los niños, los medios de comunicación, el equipo de salud y la escuela o jardín infantil.
El progreso normal de la alimentación a esta edad depende de la maduración secuencial de las capacidades funcionales del niño (digestión y deglución), de las capacidades psicomotoras (de coordinación, lenguaje y destrezas motoras finas y gruesas), de la relación afectiva con la madre y las personas que lo rodean, ya que al interactuar con él, influyen en la formación de hábitos alimentarios y el estado nutricional.